Disgustado por su reacción toma su
rostro entre sus manos. Sus ojos amenazan con que algo dentro de Ella puede romperse en cualquier
momento. O quizás se haya roto ya...
«Y cuando solo quedemos tú y yo, y mil agujeros negros,
y el sol enfriándose...
¿Ahí también lo negarás?
¿Sabes lo difícil es que estemos tú y yo, aquí y ahora?
¿De verdad lo vamos a hacer más complicado?
Cuando tan solo se escuche el crepitar del sol dejándose enfriar, y el fin
vuelva al origen… Solo entonces...»
Su voz se quiebra al contemplar la
primera lágrima de Ella deshacerse
por sus mejillas. Él la atrapa con el dorso de su mano antes de que
continúe deslizándose.
«Algún día todo desaparecerá. Tú y yo. Y nos llevaremos
los recuerdos, nuestras dudas y como mucho quedará nuestra energía. El sol
morirá y con él, el universo se convertirá en un cementerio custodiando
cadáveres de estrellas infinitas. Desaparecerá el mundo, el resto de los
planetas y hasta los agujeros negros.
Y nosotros ya no seremos nada.
Algún día nuestro universo se apagará como la llama de una vela. Y no
podremos escapar. Ni siquiera seremos una mota de polvo en la infinidad.
Habremos sido el intento de un suspiro atrapado entre llantos. Un mal
recuerdo. Somos nadie y hacemos nada».
Él ya no hace nada por evitar que las lágrimas
de Ella dejen de caer. Ruedan sin
cesar impidiendo que pueda ver una imagen nítida. Solo logra advertir una
figura al otro lado, hablándole y zarandeándola, procurando que entre en razón.
«Cuando el universo se convierta en finito y comience a
desaparecer, y con él todo… Llegaremos al cero absoluto.
El tiempo será algo absurdo, una eternidad sin nada».
Y Ella
deslizó el anillo que había permanecido durante largos años en su dedo anular y
le besó.
Solo entonces sintió que el universo
había desaparecido.
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