Si me muriera ahora mismo mis
últimos recuerdos se convertirían en los primeros en invadir mi mente.
No vería pasar mi vida por
delante de mis ojos.
Dicen que lo mejor siempre se
deja para el final, pero inevitablemente y, tras un fundido en blanco y negro,
aparecerías tú.
Ese sería mi primer y último
recuerdo acompañado de un vino, una pizza boloñesa y unas servilletas rojas que
jamás utilizamos.
Una siesta fingida en tu sofá que
se convirtió en nuestro mejor postre.
Días de manta y peli, de
confesiones absurdas y de promesas que sirvieron de nada.
La sidra que no sabías escanciar,
la rosa y las espinas de las que no me percaté hasta que me piqué con una de
ellas, las olas que no llegamos a ver y el desayuno en aquel bar. Y la niña,
aquella cría, y la conversación con una mujer de rostro y modales afilados.
—Me da
vergüenza.
—Ser tímida no
te llevará a ningún sitio. Nadie quiere a las personas introvertidas.
Y te acordaste de mí. Y me acordé
de mí. Y ninguno de los dos dijo nada.
Un gran día.
Un adiós que no quería dar y no
me quedó más remedio que hacerlo.
Después de aquel día tus mentiras
junto a ti caísteis en un baile en zigzag hasta posaros suavemente sobre la
superficie del agua cristalina.
Allí, por fin, te hundiste.
Feliz finde
ResponderEliminarUn besazo, bonita
EliminarMe encanta, ya lo sabes 💔
ResponderEliminarGracias
Eliminar¡Un abrazo, guapi!