jueves, 5 de marzo de 2020

Norte // Reflexión




Es necesario tener un Norte al que volver.
Una guía para saber regresar.
Un camino que devuelva el agua a su cauce. 
Sin la aguja de la brújula no hay…
No hay Norte. No hay caminar. No hay futuro. Nada.

Yo tengo un Norte que me ha visto crecer, tomar decisiones buenas y otras que desde el principio supo que no serían tan buenas, y a pesar de todo ha permanecido para amortiguar los malos momentos. Ha ido conociendo mis locuras e inseguridades. Me ha mostrado que tan solo bastan tres ingredientes para arreglar un día gris: el sofá de siempre, una copa de vino y unas cuantas historias que contar. 

Mi Norte es de carne y hueso, me ha enseñado a amar la música indie y sabe abrazar. Es mi media naranja de conciertos y mi otra mitad en los escenarios. Prepara los mejores nachos mexicanos del mundo y busca las películas más extrañas de Netflix.

No guarda consejos. Solo escucha, como nadie, y después ofrece unas palabras que se tornan a solución. 

Siempre me hace encontrar una visión sosegada del caos. Es ese paso que me hace dar, en silencio, hacia atrás para verlo todo con perspectiva. 

Los Nortes a veces también se convierten en hogar, en un lugar donde pase lo que pase, siempre te sientes a salvo. Se transforman en un colchón, una coraza, una base sobre la que reconstruirnos cuando nos rompemos. 


Gracias, Norte, por ser, estar, sumar y permanecer. 

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